PORQUE SOY CRISTIANO IV - MORALIDAD
- Orlando Núñez
- 10 feb 2021
- 4 Min. de lectura
Las enseñanzas de Cristo
En la siguiente sección, el filósofo señala supuestos "defectos" en las enseñanzas de Cristo, aunque primero hace una afirmación muy defectuosa "Históricamente, es muy dudoso el que Cristo existiera, y, si existió, no sabemos nada acerca de Él."
Tenemos que ser conscientes de que La Biblia es la palabra de Dios, más aún, es un libro histórico, que ha pasado la prueba del escrutinio histórico con éxito total, en especial el Nuevo Testamento, que es donde encontramos la vida de Jesús. Ahora, el Dr. Edwin M. Yamauchi dice: "Vamos a suponer que no tenemos nada del Nuevo Testamento y de otros escritores cristianos, aún tendríamos una cantidad considerable de evidencia histórica importante de las fuentes antiguas no cristianas como Josefo, el Talmud, Tácito y Plino el Joven, entre otras. Sabríamos que Jesús era un maestro judío, que mucha gente creía que él realizaba sanidades y exorcismos, que algunos creían que él era el Mesías, que fue rechazado por los líderes judíos, que fue crucificado bajo órdenes de Poncio Pilato en el reino de Tiberio, que a pesar de su muerte deshonrosa, sus seguidores, que creían que él estaba vivo, se aparecieron más allá de Palestino al punto de que había multitudes de ellos en Roma alrededor del año 64 d. C. y que todo tipo de gente, de la ciudad y del campo, hombres y mujeres, esclavos y libres, lo adoraban como Dios."
"Él pensaba", continúa Bertrand, "que Su segunda venida se produciría, en medio de nubes de gloria, antes que la muerte de la gente que vivía en aquella época. Hay muchos textos que prueban eso. Dice, por ejemplo: «No acabaréis de pasar por las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre.» Luego dice: «En verdad os digo que hay aquí algunos que no han de morir antes que vean al Hijo del hombre aparecer en el esplendor de su reino»; y hay muchos lugares donde está muy claro que Él creía que su segundo advenimiento ocurriría durante la vida de muchos que vivían entonces. Tal fue la creencia de sus primeros discípulos, y fue la base de una gran parte de su enseñanza moral. Cuando dijo: «No andéis, pues, acongojados por el día de mañana» y cosas semejantes, lo hizo en gran parte porque creía que su segunda venida iba a ser muy pronto, y que los asuntos mundanos ordinarios carecían de importancia."
Russell hace una mala interpretación de varios versículos. Primero, existe una estrecha conexión en los Evangelios entre la venida del Hijo del Hombre y la destrucción de Jerusalén. Lo que Jesús les decía a sus discípulos era que la evangelización de Israel y la subsecuente persecución de los judíos a la iglesia no terminaría antes de que Jerusalén fuera destruida por la venida del Hijo del Hombre, o bien, les estaba explicando que la evangelización de Israel sería una tarea continua hasta el fin de los tiempos. También, tomando en cuenta que habla con sus discípulos, la biblia registra que ellos experimentarían en vida un anticipo de la gloriosa revelación del Hijo del Hombre, promesa que se les cumplió de inmediato a Pedro, Jacobo y Juan en la transfiguración y con posterioridad, todos experimentaron el poder del reino en la venida del Espíritu en Pentecostés.
El Problema Moral
El autor nos dice: "Para mí, hay un defecto muy serio en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no creo que ninguna persona profundamente humana pueda creer en un castigo eterno."
Cristo no solo era hombre, también Dios, por lo que Jesús tiene su justicia, su rectitud y su santidad. Negar la existencia del infierno minimiza las consecuencias de las acciones humanas y más aún, el plan de salvación que Dios nos presenta a todos.
Continúa el filósofo con: "Cristo, tal como lo pintan los Evangelios, sí creía en el castigo eterno, y uno halla repetidamente una furia vengativa contra los que no escuchaban sus sermones, actitud común en los predicadores y que dista mucho de la excelencia superlativa."
Jesús no tenía ninguna actitud vengativa contra los que no escuchaban sus sermones, él condenó la maldad y el resentimiento egoísta, que es lo que vemos reflejado en los corazones de aquellos que le criticaban y le señalaban agresivamente. "Debo declarar que toda esta doctrina, que el fuego del infierno es un castigo del pecado, es una doctrina de crueldad." Bertrand decide enfocarse en la consecuencia en lugar de compartir el mensaje de Salvación completo.
Si reconoces que eres pecador (Rom 3:23), aceptas y crees en el sacrificio que hizo Dios a través de su hijo Cristo en la cruz, entonces tendrás el perdón del Señor y la Salvación (Rom 10:9), en cambio, si decides mantenerte en este camino de pecado y maldad, tendrás “condenación del infierno” (Mt 23:33).
Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. - Romanos 3:23
Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. - Romanos 10:9
¡Serpientes! ¡Hijos de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno? - Mateo 23:33
Por último, en esta sección, Russell hace referencia a los cerdos de Gadar y a la higuera, ejemplos que para él son falta de “compasión” por los animales y el árbol quien “no tenía la culpa”.
Al hacer que un ato de cerdos muriera y que sus dueños se vieran despojados de su posesión, Jesús no fue indiferente ni destructivo. En primer lugar, los demonios fueron quienes causaron la destrucción; Jesús no fue el responsable directo. En segundo lugar, aunque la Escritura enseña sobre el valor intrínseco de los animales, la incomparable valía de los seres humanos creados a la imagen de Dios es más importante. Jesús echo fuera los demonios y los mandó a los cerdos para hacer un bien mayor al liberar al hombre endemoniado. Los cerdos eran los animales más impuros y, según las leyes Kosher judías, no se debían criar para alimentarse. Con respecto a la higuera, dentro del contexto, queda claro que la intención de Jesús era que esta conducta (maldecir la higuera y que esta no diera frutos) fuera la representación viva de una parábola sobre su infructuosa búsqueda de fruto en Israel y el subsiguiente rechazo del templo religiosamente activo, pero improductivo.

NOTA: Esta es la penúltima parte del ensayo "Porque soy Cristiano", se presentará la última parte la siguiente semana.
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